El recuerdo de la noche de la primera Libertadores desde un pedazo de papel.

La primera fue la más difícil, como todo aspecto en la vida. Se hizo desear como ninguna, pero tenía que llegar algún día. Y esa noche millones de personas pudieron festejar la primera Copa Libertadores del club. De la mano del Beto , del Tolo, de Nery, del uruguayo Alzamendi, del Búfalo, del Cabezón Ruggeri, con el Bambino Veira en el banco, este River era imbatible.

Pero solo un puñado de personas entre esos millones de hinchas tuvieron el privilegio de estar presentes aquel 29 de octubre de 1986. En épocas donde las barras todavía no tenían el protagonismo ni el poder que lograron. Donde una entrada trucha era inimaginable porque el fútbol era menos marketinero. También cuando un padre podía ir con su hijo a la cancha sin sufrir en el intento.

Pasaron tres generaciones en el camino. Quedaron para aquellos el recuerdo de tener en su poder una entrada impresa, con un troquel, que en el momento en el que el empleado de la puerta la cortaba se abrían el portal de la felicidad para subir las escaleras al templo para disfrutar del Más Grande.

Hoy ese trozo de papel es un tesoro, que algunos ignorantes pueden llegar a ofrecer en sitios de venta online, a un precio que no tiene razón de ser, porque quién estuvo presente aquella noche y fue dueño de esa entrada, se llevó algo que nadie podrá tener.

Tw: @chacoferrero

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